Durante la juventud, los hombres aprenden que las chicas son románticas. Asimilan que a ellas les gustan los detalles y las palabras dulces. Pero a los hombres, con frecuencia, el romanticismo les importa poco. En su instinto más arraigado lo que quieren es explorar, tocar, excitarse y, en última instancia, eyacular. Sigue leyendo